Me persiguen
Me mandan a buscar la llave de los consultorios del sótano y yo bajo tranquilo, sin darme cuenta que todo el ala del Hospital está vacía. Abajo todo es baldosas azules y luces de neón, hay muchos consultorios y camillas, ¿abandonados?. De repente, escucho gritos de mujer parturienta cerca.
Aunque estoy de guardia y debería hacer lo que me mandaron a hacer, me acerco a ella, que ya viene caminando por el pasillo. Me dice que tiene los dolores, que tiene muchos y siente que está saliendo el bebé.
No debo y de verdad no sé porqué lo hago, pero pienso que la emergencia amerita una decisión rápida. Pasamos al primer consultorio que asemeja un cúbiculo de sala, y la acuesto para examinarla.
En algún momento las cosas se ponen mal, ella está descontrolada y busco cerca un equipo para atender el parto. Verdaderamente era inminente.
Cuando regreso, ella se está golpeando y arañándose, su abdomen trazado por marcas rojas, equímosis en todas partes, los muslos golpeados, yo intento tranquilizarla en vano con mis palabras y me encargo de traer a su niña al mundo.
Todo sale a la perfección y es una niña hermosa, la limpio y se la muestro a la mamá que ya está más tranquila. La tomo y la coloco en una incubadora, no sin antes decirle yo fuí quien te trajo al mundo, ¡hola!.
Me sonríe y reacciona como si lo hubiese entendido.
El silencio es interrumpido de nuevo por voces en el pasillo. Cuando me asomo veo policías, residentes, enfermeras, buscándome y gritando mi nombre. Traen a la parturienta, que tiene un aspecto deplorable, parece víctima de una violación.
Y es ahí cuando me dicen esto no se ve bien, ¿qué le hiciste a esta mujer?, y ella grita, él me violó. Un policía me esposa y me hace entrar a una sala donde comienzan a interrogarnos.
¿Y ahora qué hago?
Mi cerebro decidió despertar. Nunca supe el desenlace.
Aunque estoy de guardia y debería hacer lo que me mandaron a hacer, me acerco a ella, que ya viene caminando por el pasillo. Me dice que tiene los dolores, que tiene muchos y siente que está saliendo el bebé.
No debo y de verdad no sé porqué lo hago, pero pienso que la emergencia amerita una decisión rápida. Pasamos al primer consultorio que asemeja un cúbiculo de sala, y la acuesto para examinarla.
En algún momento las cosas se ponen mal, ella está descontrolada y busco cerca un equipo para atender el parto. Verdaderamente era inminente.
Cuando regreso, ella se está golpeando y arañándose, su abdomen trazado por marcas rojas, equímosis en todas partes, los muslos golpeados, yo intento tranquilizarla en vano con mis palabras y me encargo de traer a su niña al mundo.
Todo sale a la perfección y es una niña hermosa, la limpio y se la muestro a la mamá que ya está más tranquila. La tomo y la coloco en una incubadora, no sin antes decirle yo fuí quien te trajo al mundo, ¡hola!.
Me sonríe y reacciona como si lo hubiese entendido.
El silencio es interrumpido de nuevo por voces en el pasillo. Cuando me asomo veo policías, residentes, enfermeras, buscándome y gritando mi nombre. Traen a la parturienta, que tiene un aspecto deplorable, parece víctima de una violación.
Y es ahí cuando me dicen esto no se ve bien, ¿qué le hiciste a esta mujer?, y ella grita, él me violó. Un policía me esposa y me hace entrar a una sala donde comienzan a interrogarnos.
¿Y ahora qué hago?
Mi cerebro decidió despertar. Nunca supe el desenlace.
Tu como que vas a ser obstetra y estás recibiendo señales del más allá...
Escrito por
Rossanita |
10:22 a. m.
Bienvenido, joven galeno
Escrito por
Anónimo |
3:43 a. m.